Pestañí

viernes, 18 de enero de 2013

Agua




Se pasea por la calle con seis llaves en el bolsillo
pensando en los seis cadáveres
que ha dejado por todos los rincones de París
Claude Tarnaud 



Contadme
de vuestros dedos de paja.
y del pulpo que devora el arcoíris.
Contadme un poco más de vuestro empapar pañuelos.
Contadme cómo nunca habéis pensado
que los fantasmas llaman por dentro,
y que os están puteando con un trozo de tanza.

Llorad, 
un poco más.
Y mientras os dais al vaivén de las risas flojas
derribaros otro andamio dando pies
a vuestra altura,
que nunca en un capítulo de uñas
gota fría no hizo cunas a los dientes.

Esperad
Que el cartón no se os inunde
en vuestro precioso pedregal de charcos,
y seguid, seguid llorando,
y el agua os llegará al corazón
y tendréis el corazón lleno de agua.


domingo, 2 de diciembre de 2012

Terapia Filosofal.




Desde el día en que te vieron cocinar
tanta cantidad
de mi frío con un mechero,
las rocas ya lo sospechaban.
Tienes los hombros más grandes del mundo.
O por lo menos del mío.

Como siempre que oscurece 
cuando no debe,
me apuntaste con el filtro
y empezamos a fumarnos tu piedra filosofal.
La locura y el loquero
volvieron a cambiarse los papeles.
Yo también lo sospechaba.
Desde Jesucristo nadie ha abierto los brazos como tú.


El esqueleto te da las gracias por escuchar.
Por todas las terapias.  
Tus terapias de pan y agua.
De “las cosas son así”.
Tus terapias de al volver a tropezarse.
Las que consiguen, 
y no sé cómo, 
que siga vivo. 



  

lunes, 26 de noviembre de 2012

Catarsis.



Unos electrones desahogados
soltamos el esfínter y
saludamos con los dientes en las manos
cuando al eco se le olvida el rebotar.

Nos miramos los unos a los otros
como si estuviéramos desnudos
o cubiertos por lonchas de coronillas en prosa
Que también nos señalan
con las palmas de las manos.

Unidos por su separación,
uno y dos, ¿tres y cuatro?
átomos de antimateria
Levantan una ceja al comerse sus galaxias.
Uno a uno.
Por fin.
Se nos caen las realidades de leche.


domingo, 25 de noviembre de 2012

La Obstetricia de la Trementina Vegetal.



La madre que lo parió.
¿Cómo se puede ser tan sucio?
Me dije a mí mismo con los trapos en la mano.
y un dedo mojado en saliva  
limpiando los restos
de las flores de colesterol
de las bombas de tocino
y su obesidad grasienta de un peso terrible.

Vaivén de las bayetas.
Burbujas de trementina
sobre las tablas del uno, del dos y del cuatro.
Abrazos a las probetas 
y básculas empalmadas.
Que se rompan las que quieran.
Llevo zapatos de goma
y los cristales se terminan por secar.

He tenido que empujar
cien mil altavoces por el váter
para desatascarlo.
Y sus tuberías parecen serpientes que digieren elefantes.

Otra coreografía circular del papel higiénico.
Se me vuelve transparente 
 y todo huele a alfiler
y a azulejos fregados.
Todo tiene la capa transparente y fina,
la exclusividad intocable y fría
y la densidad bajísima del olor de cosas limpias.

Hincho el pecho.
Se respira.
Por fin, joder. Se respira.
No pase la llave al entrar.
Los lápices tienen hambre.


sábado, 24 de noviembre de 2012

El Dr. Hans



  Hola de nuevo.
  Hoy a mediodía ha llegado el técnico. Trabaja aquí, en el Hospital, y parece ser que viene del laboratorio de la última planta donde los doctores juegan a las cocinitas con los elementos.
  Nada más entrar en mi habitación se ha presentado. Hans Ditchter, dijo que se llama. Pero yo ya lo sabía,  pues lleva una placa en el pecho que dice “Dr. Hans”. Cuando le quedan unas pocas horas de existencia, uno se detiene más en los detalles, fíjense ustedes.
  Su identidad es confusa. He hablado con otros doctores, enfermeras y limpiadoras del hospital, pero aquí nadie sabe a qué dedica tanto tiempo en el laboratorio.
  Algunos dicen que detrás de esa placa se oculta un gran entendido en sólidos sublimados por secretísimas fórmulas de alquimia, y que está recién doctorado en Gas por la Universidad de Antes De Un Paso de Cebra. Los rumores dicen que es un científico eminente, que dedica su tiempo a estudiar los líquidos que se vaporizan, y que conoce muy bien el agua de los radiadores. Se conoce que también debe saber mucho del olor de después de cuando llueve, de la pintura de las bombonas de butano, del vapor frío de al salir de la ducha, o del flus flus de los botes de líquido para lentillas. Lo que sí que sabe la gente es que controla como nadie el fluido de los extintores, y también los gases ionizados que unen y separan personas mediante complicados procesos electrónicos reversibles. Pero de lo que más sabe, lo que le ha hecho afilar más lápices, es de otro gas. Ya les irá contando.
  Hay otros que dicen que no es más que un ex-butanero con falta de dormir, pero no les creo mucho. Me ha contado cosas. Por ejemplo, mientras comíamos ha comentado que le gusta escribir poemas en la fría intimidad de un cuarto de baño, sentado en la taza de loza del bidé. Escribir… escribir simplemente. Pero dudo que escriba cosas malas. Un tipo curioso, sin duda.
  Bueno, sepan que tengo a los señores del psiquiátrico inquietos esperándome en la puerta (esa gente no tiene paciencia), así que me temo que ha llegado el momento de despedirme de ustedes. Espero que acaben siendo todos amigos del Doctor, aunque deben disculparle su timidez inicial. Esto le es completamente nuevo, y a nadie le gustaría empezar con mal pié.

  Ha sido un placer para mí compartir estos años con ustedes. Muchas gracias a la, las, el y los que me animaron a escribir. Son ustedes sabios.

  Reciban un fuerte abrazo

Luis Yermo Calor
Nerea Ekaitza 

Hola




  Soy Nerea Ekaitza.

   Me ingresaron el miércoles pasado en el Hospital de La Paz, en estado crítico y casi sin pulso. Un accidente con un globo aerostático. Uno no controlaba bien las cantidades de helio, y aquello subió demasiado, y arriba dejó de haber aire y… ya se pueden imaginar. Pero les informo a ustedes de que, afortunadamente, me encuentro estable dentro de mi estado cadavérico, estoy tranquila por fin, comienzo a responder a los estímulos, como bien, y muevo los ojos y la boca.
   El caso es que vengo a hablarles para que sepan ustedes que yo no me llamo Nerea Ekaitza. Bueno, sí que me lo llamo a mí mismo, pero ese nombre es un seudónimo de esos que usan los actores. O los autores. Y yo ya no soy un autor. Ni un actor.    
   Mi nombre real es Luis Yermo Calor. Mi accidente con el globo me ha dejado sin brazos y sin piernas, por lo que me encuentro incapacitado para escribir (además de por lo que conlleva ser un cadáver). Esto que leen se lo estoy dictando a una enfermera (muy amable, por cierto). La gente me pone caras raras (sospecho que empiezo a oler), y me temo que no podré hablarles mucho más tiempo. Estoy buscando a un técnico para que se ocupe de mantener esto.

   Cuando tenga algo les aviso.

   Un saludo.